En mi paso por la carrera tuve que realizar muchas.
Una de las que más recuerdo fue a
Martha Orozco. Una de las mejores retratistas de México.
Todo salió muy bien, a pesar de que estábamos en primer semestre y no sabíamos nada de iluminación, guiones, movimiento de cámaras, conducción, etc...
La entrevistamos como si fuera una plática, y así de fácil. Yo aprendí mucho, nada de pintura, pero mucho de la vida y del amor y del destino.
Al final ella terminó entrevistándonos a nosotros, nos ofreció agua y galletas, nos enseñó fotos y nos presentó a algunos de sus hijos.
Ok, y como éramos inexpertos también salimos de ahí con su autógrafo que todavía tengo junto con el DVD de la entrevista.
Otra que también recuerdo fue la que hicimos a la diseñadora y empresaria
María Isabel.
Estuvo increíble: el guión de la entrevista lo hicimos junto con ella y el contenido, todo lo que nos dijo era demasiado como para ponerlo en cinco minutos de video.
Su risa y sus consejos fueron lo mejor.
Tampoco en ese tiempo sabíamos mucho de producción y lo malo es que su casa, donde fue la entrevista, estaba en reparaciones así que en todo el video si voz se mezclaba con el ruido de taladros y martillos.
Esas fueron muy buenas entrevistas, pero como no todo es miel sobre hojuelas, también existen otro tipo de entrevistas más complejas: las entrevistas de trabajo.
Yo he tenido la suerte (¿o no?) de ir a muchas y basada en mi experiencia había escrito una
nota para un proyecto digital en el que estaba metida.
Ahora que he decidido entrarle al freelance en lo que acabo de escribir mi tesis revisé de nuevo mis propios consejos y creo que no están tan mal.
Lo que sí es que hay mucha demanda de empleo y poca oferta... Pero ni modo a echarle ganas y diferenciarse.
Así llegué a mi conclusión de que las entrevistas son como la vida, hay que estar bien preparada para todo y fijarse en los detalles.
Y lo bueno es que siempre puedes pedir ayuda.
San José y el niño Jesús
(Es mi cuadro favorito de Martha Orozco)