viernes, 25 de diciembre de 2009

Cocinando para Navidad

¡Muchísimas felicidades a todos!

Yo la pasé como cada año, en casa de la abue.

Un año más fui parte del staff que ayuda a picar, cocer, sazonar, moler y todo lo que tenga que ver con la preparación de todos los platillos.

El menú de la noche consistió en:
  • crema de champiñón
  • pavo
  • pierna adobada
  • ensalada de manzana
  • ensalada de nochebuena (esa que lleva betabeles que odio)
  • colación
  • pastel

y ya...

Otro año más logré fingir frente a mi abue que mis dotes culinarias son nulas.

Si se da cuenta de que no sé cocinar me echaría uno de esos rollitos de que nunca me voy a casar, o de que no seré buena madre o algo así...

Es que mi abue ya tiene más de 80, y cambiar su mentalidad ya está muy difícil.

Igual aprenderé a cocinar un día de estos, pero por gusto, y no porque necesite aprender a cocinar para mi esposo, el cual ni siquiera está en mis planes a cinco años, jaja.

Bueno, ¿ustedes qué tal la pasaron? ¿qué comieron? ¿con quién celebraron?


Saludos y abrazos navideños.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Disfrutando

Se me ha metido la idea en la cabeza de que para disfrutar las cosas primero hay que padecer la carencia de ellas.

Así viviré el 2010, y a ver qué tal nos va.

sábado, 19 de diciembre de 2009

El papasote de la ecuación

En la semana me reuní con mis amigas de primaria, secundaria y prepa para festejar Navidad.

Organizamos una cena en la que hubo más risas que comida.

Recordamos los viejos tiempos, las fiestas, la escuela, las maestras.

Una de las maestras más extrañas que teníamos era la de matemáticas.

Tenía una manera muy peculiar de explicar todos los conceptos.

Por ejemplo, cuando decía “¿cuál es el papasote de la ecuación?” en realidad quería decir ¿Cuál es el mínimo común múltiplo?

En otras ocasiones decía: “Xochimilcas con xochimilcas y yoyos con yoyos”, en realidad quería decir que había que juntar los términos semejantes.

Gracias a este método tan didáctico, teníamos una colección de reportes azules, amarillos, y rojos que no significaban otra cosa más que tareas no hechas.

También su frase “te quedas a asesoría en el recreo” era parte de nuestra rutina.

Y para colmo, fuimos varias las que tuvimos que hacer examen extraordinario, que por cierto se hizo el mismo día de mi cumpleaños número 13.

Hoy ya no sabemos nada de aquella maestra que también gustaba de escribir en las paredes de ladrillo rojo cuando se le acababa el pizarrón, sólo que ya no duró mucho tiempo dando clases.

Es que cuando a uno le llega la hora de retirarse, le llega y no hay nada que hacer.


¡Saludos!