jueves, 18 de diciembre de 2008

El porqué de mi buen humor repentino

Como es mi costumbre desde hace varios años me gusta checar el periódico, ya saben como para hacerse pasar por gente culta que se entera de lo que sucede en el mundo.

Pues total, que el día de ayer me encontré con este Reforma...

Está tan bueno que hasta sirve un poco de catarsis, sugiero que cuando lo utilicen coloquen mentalmente en la cara de Bush a alguien que les caiga muy mal y ya verán que se pasarán un buen rato.

Ya saben:
Que si te acabas de enterar que no hay vacaciones- Zapatazo
Que si no te aceptan el anteproyecto de la tesis- Zapatazo
Que si te piden reportes 15 minutos antes de la hora de salida- Zapatazo
Que si nadie se pone de acuerdo para la fecha de la cena de Navidad- Zapatazo

La respuesta a la crisis actual es el zapatazo, que también es una suerte de negación... ¡pero funciona!

Saludos.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Fernando Pessoa



Todo me cansa, hasta lo que no me cansa. Mi alegría 
es tan dolorosa como mi dolor. 

Quien me diera ser un niño poniendo barcos de papel 
en un estanque de la quinta, con un dosel rústico de 
redes de parral poniendo ajedreces de luz y sombra 
verde en los reflejos sombríos de la poco agua. 

Entre yo y la vida hay un vidrio tenue. Por más nítidamente 
que yo vea y comprenda la vida, yo no la puedo tocar. 

¿Razonar mi tristeza? ¿para qué si el raciocinio es 
un esfuerzo? y quien está triste no puede esforzarse. 

Ni siquiera abdico de aquellos gestos banales de la 
vida de los que yo tanto querría abdicar. Abdicar es 
un esfuerzo, y yo no poseo el alma con que esforzarme. 

¡Cuántas veces me aflige no ser el accionador de aquel 
coche, el conductor de aquel tren! ¡cualquier banal Otro 
supuesto cuya vida, por no ser mía, deliciosamente me 
penetra para que yo la quiera y se me finge ajena! 

Yo no tendría el horror a la vida como a una Cosa. 
La noción de la vida como un Todo no me aplastaría 
los hombros del pensamiento. 

Mis sueños son un refugio estúpido, como un 
paraguas contra un rayo. 

Soy tan inerte, tan pobrecito, tan falto de gestos y de 
actos. 

Por más que por mí me interne, todos los atajos de 
mi sueño van a dar a claridades de angustia. 

Incluyo yo, el que sueña tanto, tengo intervalos en los 
que el sueño me huye. Entonces las cosas me parecen 
nítidas. Se desvanece la neblina en la que me cerco. 
Y todas las aristas visibles hieren la carne de mi alma. 
Todas las durezas miradas me duele saberlas durezas. 
Todos los pesos visibles de objetos me pesan por 
dentro del alma. 

La (mi) vida es como si me golpeasen con ella.


Recordando los viejos tiempos.